viernes, 18 de diciembre de 2009

Impresiones de un viajero improvisado

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Lo primero que se percata uno al iniciar un viaje es que el tiempo para uno no corre de forma similar a las demás personas, al parecer no es constante, en ocasiones corre muy lento y en otras ocasiones demasiado rápido.

Al parecer el tiempo es muy particular para cada quien, al parecer para algunos corre muy lento, mientras que para otros -incluyéndome a mi en los momentos de iniciar un viaje- va demasiado rápido (¿será porque en esas ocasiones voy retrasado?) :D

La última ocasión en que experimenté dicha sensación fue cuando pretendí viajar a San Miguel Allende, Gto. a ver a mis papás, por lo que, armado con un equipaje ligero –debido a que mi ropa ya se la habían llevado con anterioridad mi familia- el cual constaba de un cepillo de dientes, una libreta de bolsillo -la cual utilizo para tomar apuntes para éste blog- y unas playeras que me habían pedido llevar por haberlas olvidado por las carreras.

Resulta que el camión salía a las 11:15, y habiendo salido algo retrasado de casa, cada parada más larga de lo normal que realizaba el metro me ponía más tenso, haciendo en el último tramo decidiera dar rienda suelta a mis ansias y comenzara a correr en cuanto tramo se prestara. Resulta que al llegar a la estación CENTRAL DEL NORTE -línea 5 (amarilla) del metro- ya eran las 11:10, por lo que salí “como alma que lleva el diablo” en pos de la taquilla, con la esperanza de que no existiera gente y me retrasara en la compra de mi boleto.

red_metro

Al llegar a la taquilla me encontré con que estaban atendiendo a unas personas, por lo que impaciente, me forme y espere –no sin grandes nervios y desesperación- a ser atendido, y afortunadamente no tuve que esperar mucho por lo que logre adquirir el boleto a las 11:13, pero con la desventaja de que la sala de abordaje se encontraba al otro lado de la terminal –la cual estaba como a 100 mts-por lo que salí de ahí con la promesa de la taquillera de llamar al andén para que me esperaran, por lo que nuevamente me vi en la necesidad de correr como un condenado, esquivando a cuanto viajero se me pusiera en frente.

Resulta que al llegar al andén no se podía divisar alguno que contara con el letrero que anunciara ir a SMA (San Miguel Allende) por lo que recurriendo a una carismática y deslumbrante sonrisa –o por lo menos eso es lo que intente aún faltándome el aire por correr como loco- pregunté si la había salido el camión a SMA, recordando al mismo tiempo mental mente a toda la genealogía de la taquillera por no haber realizado la llamada, a lo que recibí la escueta respuesta de “nooo, todavía ni se forma joven”, por lo que debí esperar hasta que se formó a las 11:21 –teniendo ya un retraso de 6 minutos de la hora de su supuesta partida, los cuales aproveche para lamentar el recordatorio que le había hecho a la pobre taquillera-.

El dichoso autobús salió hasta las 11:30 por lo que se esperaba un retraso similar en el arribo a SMA, pero aquí esta el otro lado del asunto ya que nos sorprendió el chofer llegando a San Miguel Allende a las 14:50 –40 minutos antes de lo esperado-.

Parroquia00

hoteles-en-san-miguel-de-allende

Una vez que uno concluye el viaje, al parecer uno sale de ese estado tan extraño en que uno siente estar, y el tiempo comienza a correr de forma similar a los demás – o por lo menos a mi eso es lo que me pareció ya que al bajar del camión, el tempo de mi traslado hasta la casa de mis papás no me pareció correr de forma anormal-.

Conclusión: Para entrar en estos estados de paranoia viajera, mejor viaja con bastante tiempo de sobra y llega a tu destino con el tiempo suficiente para ver a tus seres queridos quedarse con una cara de sorpresa, inmersos en los preparativos de tu llegada y boqueando como peces fuera del agua sin saber que decir de la impresión. :)

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