No cabe duda, de que los hay los hay, y un ejemplo de que existe gente que dirige una empresa de forma despótica me tocó vivirla a finales del mes de junio, cuando de la noche a la mañana, tan solo por caer en fin de quincena –día de pago aquí en México- y sin mediar palabra antes, fui testigo de como despidieron a un trabajador de la empresa en que estaba laborando –y digo estaba, porque como si esas exhibiciones con fichas de domino, al caer una pieza, comienza la caída en serie de las que se encuentran a continuación, y a mi me tocó salir también, debido a la salida de la persona que relato-.
Fue algo tan repentino que un día antes todavía se encontraba absorto en la toma de decisiones que implicaba su puesto –era gerente de sistemas- y al día siguiente, al comenzar sus labores, se presentan con su remplazo para que hiciera la entrega del puesto –explicar las responsabilidades y la documentación-, todo esto sin haber mención alguna de un mal desempeño, solo el simple y llano hecho de que la dueña podría haber escuchado el lloriqueo de una de sus consentidas –una mujer ya entrada en años, chismosa y mitómana-, la cual había dañado la base de datos y quería a toda costa culpar de ello a sistemas, alegando que se debieron de hacer tres respaldos del archivo de la base de datos –en lugar de los dos en que estaba pactado-.
Desgraciadamente, como esta persona de la que he estado relatando su salida, había sugerido y estaba llevando a cabo un proyecto de reforma a los sistemas existentes –ya que nunca se detuvieron a planear como llevar un bien ordenado proceso, por lo que se crearon cinco sistemas muy similares en cuanto a lo que hacen, pero con pequeñas diferencias en la información que guardaban- para poder realizar la unificación de éstos, pero, al salir esta persona, la dueña de la empresa, prefirió desechar todo lo que se llevaba del trabajo de unificación, y no darle continuidad, por lo que en mi caso, por estar prestando servicios como consultor, se me dieron las gracias –por cierto que no directamente, sino que se lo solicitaron a una persona de la misma empresa que programaba junto conmigo y que no debería de haber tenido que cargar con tan desdichada labor- por lo que pasadas como tres o cuatro horas del despido de el encargado, cayó también mi cabeza.
Creo que las empresas deberían –no todas son como esta que les relato, hago la acotación- de ver a su personal como lo que son: su capital más valioso, ya que sin ellos, el trabajo no se realizaría, y que tan solo por ser personas, son dignas de respeto y no ser desechados como cualquier foco usado.
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